Malas noticias para el índice de precios al consumo. Se avecina tormenta y esta vez lloverá sobre uno de los pilares más sensibles para la población: la cesta de la compra. La presión de los mercados sobre las materias primas alimentarias y la tensión mundial entre la oferta y la demanda de cereales están a punto de disparar el precio de los productos básicos en España.
¿Cuánto? La pregunta todavía no tiene una respuesta precisa. Pero los pronósticos son pesimistas. Distintos sectores empresariales del ramo alimentario calculan que entre los meses de marzo, abril y mayo podrían alcanzarse «picos históricos» en los precios. Varios alimentos de carácter básico como el azúcar, el café, el pan o el cacao ya experimentaron en los dos últimos meses subidas situadas entre el 8 y el 15% en los supermercados, mientras que la alimentación en general acumula un encarecimiento superior al 5,6% en lo que va de año, dos puntos por encima del IPC de febrero.
Las materias primas se dispararon desde junio del pasado año hasta hoy por encima del 100% en algunos casos. Los nuevos incrementos, además, serán «masivos», tal y como pronostica el director general de Coren, Emilio Rial.
La por ahora imparable escalada del petróleo, otro de los elementos básicos en los costes empresariales tanto de productores como de transformadores y distribuidores, juega también en contra del consumidor final. Para colmo, la cesta de la compra tiene un peso determinante en el índice de precios al consumo. Y las escaladas del IPC suelen repercutir directamente sobre el consumo interno.
Aunque algunos analistas no consideran «todavía» necesario aplicar estos aumentos de precio a los alimentos, las empresas del ramo advierten de que no pueden soportar por más tiempo el incremento de sus costes, ante esta escalada de las materias primas.
Los productores y fabricantes de derivados de la agricultura, ganadería, acuicultura o conserva preparan esta renovación al alza en sus precios «a corto plazo». Así lo admiten portavoces empresariales, que sin embargo aclaran que las decisiones serán «individuales» de cada empresa, y en ningún caso sectoriales. Lo que parece claro es que las grandes cadenas de distribución no absorberán los incrementos.
A lo largo del 2010, los precios de los alimentos ya subieron significativamente, al igual que sucedió en el 2007 y durante la primera mitad del 2008 (en la última gran crisis alimentaria).
Cotizaciones
La razón fundamental es que se han disparado las cotizaciones de las materias primas. Solo en el pasado ejercicio, el precio del trigo ascendió un 91%. El del maíz se incrementó un 57%, la soja un 33% y el azúcar un 32%. Los cereales son el componente proteínico principal de los piensos elaborados para el engorde avícola y ganadero. Y estos piensos suponen un 70% de todos los costes empresariales de las alimentarias. Si el panorama se complicó bastante en el 2010, los primeros meses del 2011 no han dado la más mínima tregua. Maiz, soja, arroz, azúcar, café, fruta o cacao han seguido subiendo, en algunos casos, hasta un 20% por encima de las marcas registradas el pasado diciembre.
Varios de los productos considerados «de referencia» en el sector, como es el caso del maíz o de la soja, están hoy en un coste hasta un 40% por encima de su precio de referencia.
Algunos analistas sostienen que estos picos de récord responden a una tensión entre la oferta y la demanda, provocada por desastres naturales (sequías e inundaciones); por la incorporación al consumo de grandes áreas de población, como China o la India; o en menor medida por la producción de biocombustibles.
Especulación
No obstante, los principales productores agroganaderos apuntan directamente hacia la especulación de los mercados como la «auténtica razón» de este problema. A mediados del 2008, en plena crisis alimentaria, los fondos internacionales invirtieron algo más de 164.000 millones de dólares en maíz y trigo, los dos cereales más cotizados. El pasado mes de febrero, la inversión neta en estas dos mismas especies superaba los 186.000 millones de dólares.
El problema, según los analistas, es que algunos inversores se están refugiando en estos mercados de futuro, ante la incertidumbre asentada en otros sectores tradicionales. El problema real es que dos terceras partes de la población mundial tienen el dinero justo para comer, y un nuevo estirón en los precios podría dejarlos al borde del precipicio.
Fuente: La Voz de Galicia